miércoles, marzo 25, 2009

Historias del día a día 2

Les voy a contar una historia. Pero voy a empezar por el final. Me senté finalmente en el autobús, y observé a una señora que leía un periódico deportivo. Me pareció irónico ya que en la contraportada había una foto inmensa de una mujer con muy poca ropa. Unos minutos antes el hombre me había preguntado si hablaba francés, había asumido que por ser profesora de inglés también hablaba francés (que si lo entiendo, aunque no lo hablo), pero no lo quise dar más explicaciones, las explicaciones me ponen nerviosa. Después de conocer un poco sobre su vida yo también me pensaría darle 50 céntimos. “Cualquiera de los jóvenes que ves aquí lleva en el monedero 50 euros”, sonreí y miré a la señora a mi lado que contestó “¡quien los tenga!”. Unos instantes antes le había preguntado a la señora si trabajaba, ella respondió que sí, no tenía estudios y llevaba mucho tiempo trabajando, así que el hombre, cerveza de lata en mano, se dispuso a contarnos que a él no le gustaba trabajar. De hecho, sólo había trabajado una vez en su vida, en lo que él llamó “el negocio de sus padres”, y que cuando se cabreaba con su padre, lo cual sucedía a menudo, le robaba dinero de la caja (1000 ptas. de entonces, aunque no se de qué entonces), y se iba por ahí. A través de las gafas la señora me lanzó una mirada, la explicación de una vida en un minuto. Remató: “Y ahora yo le pido a cualquiera 50 céntimos y nadie me da nada”. El individuo captó mi atención, estaba convencido de que Bachiller duraba 3 años contando con “la reválida”, me molesté en explicarle el sistema educativo actual (al fin y al cabo el CAP sirve para algo), entonces sacó el tema del trabajo. Aparento menos edad de la que tengo, pero no estoy acostumbrada a que me quiten 6 años de un plumazo, después de que el hombre tras intentar sacarle conversación en vano a la mujer, dijera “Mira la chavala como estudia, está terminando bachiller”. Esta historia comienza cuando me senté a esperar el autobús, a mi izquierda una mujer de mediana edad me miró desde detrás de sus gafas de sol. Yo saqué mis apuntes sobre teoría fílmica feminista y me puse a leer, cuando de repente pasó un hombre de aspecto extraño y me dijo: “En el mismo sitio y a la misma hora”. Levanté una ceja, y miré a la señora, y mientras la persona en cuestión se acomodaba al lado de la señora, ella me dijo: “¡Cómo está la gente con esto de la crisis!”.