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miércoles, abril 13, 2016

La Presyler y la Pedroche: un post feminista

Cuándo pensáis en Isabel Preysler, ¿qué os viene a la cabeza? Seguro piensas en esa mujer, siempre perfecta, siempre impecable...con un montón de Ferrero Rocher al lado para sus invitados (ella no se comerá ninguno, claro) Yo veo una mujer florero. Isabel Preysler actualmente no tiene oficio conocido y según wikipedia es una "socialite". Bueno, hay algo que parece haber hecho muy bien, y perdonad la sordidez con la que lo voy a decir, ha salido bajarse las bragas ante la persona adecuada. ¿Quién era Isabel Preysler antes de casarse con Julio Iglesias? Una niña de bien de una familia acomodada de Filipinas que no llegó a terminar sus estudios. ¿A qué ha dedicado su  vida, además de anunciar baldosines y bombones? A vivir del cuento. A posar para las fotos, a las fiestas del embajador. Ha vivido por y para la persona con la que estaba, sirviendo de mujer florero, de poco más que una estatura viviente. y la verdad ¡le ha ido bien! Un cantante, un marqués, un ministro y ahora un premio Nobel... Lo que es más, en las revista de prensa amarilla - enfocadas mayoritariamente a un público femenino- se empeñan en vendernos que es un ejemplo a seguir. Tenemos que estar hiper delgadas, siempre divinas y encontrar un buen marido y que nos luzca en eventos sociales. ¡Qué horror! Ser un mero objeto, un florero. Es la antítesis de ser feminista. ¿Por qué elige Isabel Preysler ser observada y criticada al extremo por su aspecto físico? ¿es que no tiene nada más que ofrecer? ¿por qué decide - dejando de lado lo obvio- vivir a coste de otro en vez de por sus propios méritos? Es un ejemplo NO a seguir sino a evitar. Antes de vivir una vida con el dinero de mi marido (o ex-marido, o ex-maridos...) me gustaría ser yo la que tiene la fortuna y la que disponga de ella como quiera.

Ahora tenemos a Cristina Pedroche que se auto-proclama feminista, sin:
 1) tener ni idea de que es ser realmente feminista
2) serlo realmente y aprovechando que sólo la palabra feminismo ya le va a asegurar otros cuantos seguidores/defensores.
Cristina Pedroche no es feminista. Si lo fuese, sabría o sería consciente de que frases como "conduzco como un chico", o "paso del sexismo", entre otras perlas. Sus actos y palabras le hacen un flaco favor al feminismo... pero le aseguran otros 15 minutos de fama.
Cristina es la Preysler del S. XXI. Es una chica inocentona que se coló en la tela. Una cara bonita a la que acompañaba el cuerpo y con sentido del humor. Sin embargo, poco queda ya de esa Cristina Pedroche de "Sé lo que hicisteis". Aunque queda claro que entonces ya explotaba su cuerpo, ahora lo hace hasta la saciedad, sólo fijaos lo excesivamente arreglada (maquillada, peinada,...) que siempre se la ve en "Zapeando" todos los días. Terminó de quedarme claro después de las repetidas polémicas  que se formaron tras los famosos vestidos de las campanadas.
Estamos ante otro caso de mujer objeto. No importa que sea o no inteligente, que realmente sea gracioso o tenga sentido del humor, lo que realmente importa es que enseñe y cuanto más mejor. Cristina Pedroche puede hacer con su cuerpo lo que quiera, por supuesto, puede pensar lo que quiera sobre el estilo de conducción de chicas y chicos (Aunque está demostrado que las mujeres somos más precavidas al volante), pero Cristina Pedroche no puede declararse feminista. Y no sólo por sus declaraciones sino por lo que difunde entre su número de seguidores en las redes sociales (1.556.528 en Facebook, 2.1M en Twitter y 1M en Instagram) unos estándares de físico (no por salud), y de que hay que buscar una pareja para estar completa (no dijo literalmente esto, pero sí que dijo esto). No es más que una versión actual de mujer florero como ha sido y es Isabel Preysler. "La Preyler" y "La Pedroche" no son más que objetos, que por desgracia son admiradas y copiadas y que no hacen más que fomentar ciertos estereotipos que anulan a la mujer, la convierten en un objeto al que sólo se valora por lo bonito que es.

Os recomiendo un par de lecturas al respecto de la famosa tutear @Barbijaputa

Carta abierta a Cristina Pedroche

Transparencias, Pedroche y hiyabs

lunes, enero 19, 2015

6 grados



El mundo es un pañuelo. O al menos eso es lo que trata de demostrar la teoría de los 6 grados

de separación, que todo el mundo está conectado. Una persona puede estar conectada a

otra de cualquier parte del planeta a través de una cadena de conocidos de no más de cinco

miembros. Pongamos un ejemplo: persona X es amigo de Y, Y tiene una amiga en Inglaterra Z,

Z tiene una prima en Italia A, esa prima tiene un novio americano T, y T es muy amigo de L que

es un japonés compañero de la universidad. Prueben a hacerlo, es cierto, en unos seis “saltos”

todos estamos conectados a través de nuestros conocidos, y cuanto más gente conozcamos

más fácil será la conexión.

Esta teoría la planteó por primera vez el escritor Frigyes Karinthy en una historia corta

llamada “Chains”, y ha intentado ser demostrada en varias ocasiones con muy buenos

resultados e incluso ha dado lugar a obras de teatro y película. Esta última con Will Smith y

Donald Sutherland

Pero más curioso aún es la página web que creó la revista Time y que teniendo como base de

datos todos los datos cinematográficos de la web IMDb (Internet Movie Database), hace una

conexión entre cualquier actor y Kevin Bacon. La página web se llama “The Oracle of Bacon” y

basándose en las películas en las que aparecen ellos mismos y compañeros de reparto conecta

a dos actores dispares. Sus creadores se molestan en explicar en una sección aparte de la web

como funciona, ¡y hasta parece sencillo!

Si es que al final el mundo es un pañuelo.

martes, noviembre 18, 2014

El león no es tan fiero como lo pintan

El león no es tan feo como el "lo pintan". O algo así dice el chiste -bastante malo por cierto- inspirado en el refrán. Pero la realidad ahora no es tan bonita o maravillosa como nos hacen creer. 

En el mundo actual nos empeñamos en mostrar siempre lo que creemos es nuestra mejor cara, pero no hacemos más que engañar a los demás; y peor aún, engañarnos a nosotros mismos. 
Mostramos sólo una máscara a los que nos rodean, y las redes sociales,  y especialmente Facebook, se ocupan de “mimetizarnos" con esa máscara, de manera que no seamos capaces de distinguir la realidad de como somos, de la farsa de lo que aparentamos ser. 

Al ponernos esta máscara y creernos que esa es nuestra verdad nos creemos con derecho a mirar por encima del hombro a todo aquel o aquella que se muestra como es (También los hay, no abundan), a creemos superiores sin razón alguna. Lo cual parecer ser, por desgracia, el hype actual: o te crees ser mejor que alguien, o aparentas creerte mejor. Y por ente tratar al resto del mundo como súbditos que no merecen tu respeto. Quizás mis palabras os suenen exageradas, pero seguro que si os paráis a pensar encontraréis alguien así a vuestro alrededor. 

Puedo decir que NO tengo fotos de las mejores fiestas, o de mis mejores momentos. Las redes sociales, crean una realidad alternativa, totalmente distinta a la realidad. No mejorada, no, me habéis leído bien. Totalmente distinta. En esa realidad todo aquel que no muestra lo bien que se lo pasa demuestra no ser tan popular, o “cool”. Si estas posando para una foto hay algo que te estas perdiendo. Y digo esto siendo una persona a la que le encantan las fotos y que continuamente sube fotos a Facebook, Instagram, Twitter o todo a la vez. Pero no penséis que soy una hipócrita por decir esto. Soy consciente de lo que me pierdo (parte de una conversación o parte de una canción, o de simplemente vivir un poco el momento) al tomar la foto o al aparecer en ella. Tampoco me entendáis mal. Como he dicho antes me gustan las fotos, pero no el postureo.

Os pondré un ejemplo práctico. Hace un tiempo, un sábado cualquiera con los amigos. Bebiendo y escuchando música. No fue una noche mala, aunque tampoco especialmente legendaria. Al levantarme y coger el móvil descubrí unas cuantas fotos de la noche en las que, para mi sorpresa, parecía que todo el mundo había pasado “the time of their lives”, o una gran noche. Era todo mentira, porque se veía que al posar para hacer la foto todo el mundo había dejado de hacer lo que estaba haciendo (normalmente, hablar con tus colegas) para posar “como si no hubiera un mañana”. Me impactó profundamente ver esas fotos, me dio mucho que pensar. Y además, ¡yo no salía en ninguna de esas fotos!

El problema viene cuando esa máscara cae, cuando descubres al lobo disfrazado de abuela, o cuando descubres (seamos sinceros, para tu alivio y satisfacción personal) que las vidas de los demás son tan aburridas o decepcionantes como la tuya, quizás incluso más, lo cual explicaría el porqué de sus máscaras. Olvidad que he utilizado la palabra “problema”, no es un problema el hecho de que la máscara caiga y descubra como verdaderamente somos y no como creemos, o queremos ser. Es la verdadera solución, el hecho de que como humanos erramos, y aunque no queramos acabamos mostrándonos como verdaderamente somos.