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domingo, marzo 11, 2007

Ese día es hoy. 2. Numero desconocido

ESE DÍA ES HOY
 Imagina que un día decides cambiar tu vida, pero tu vida no la puedes cambiar… no puedes cambiar tu familia, tus estudios, tus amigos, o quizás ni siquiera puedas cambiar el sitio donde vives, pero cambias. Vas a cambiar tu forma de ver las cosas, y va a ser hoy. 

2. NUMERO DESCONOCIDO. 
- ¿Y qué paso entonces con el camarero? 
- ¿El camarero? Creo que ahora estará en la cama con José. 
- ¿Qué? –dijo Antía ocultando una risilla. 
- Sí, como tú. 
- Sí, yo ya sé que estoy en la cama con Dani, pero ¿Qué es eso de que David está con José?... ¡Ah! Dani te da recuerdos. 
- Ya lo he oído, dile que duerma que lo tendrás agotado…pues si, salimos y al rato se nos unió José. Yo vi que era muy simpático con él…pero…luego me lo explicó. 
- ¿ Explicó?
- Si, espera, que me dijo que es bisexual…y que se había dado cuenta de que José le atraía más que yo. 
- Ja, ja…pues no das una. 
- Gracias –dije sarcástica. 
- Vamos lo que quiero es que eres el colmo de la mala suerte. 
- Ya…ayer me dio un toque Fran –dije en un tono feliz, y haciendo un poco el gilipollas ya que estaba asomada a la barandilla de mi balcón, en la casa de mis padres y el móvil podría deslizarse en cualquier momento de mi mano, con un fatal resultado. 
- Pues siento decirte que un toque no significa nada. 
- ¡Sí que significa! - Sí, significa que se ha acordado de ti, o que lo ha marcado por equivocación cuando iba a llamar a su novia. 
- Joder, me encanta que me apoyes. 
- Es que deberías olvidarte de él porque tiene novia. 
- Pero mira Alicia… Pablo lo dejó con su novia por ella. 
- Pero era otra situación… no conoces realmente a Fran… y no digas que lo conoces, ni me salgas con el rollo de la química… y ya sé que cara estás poniendo ahora… Tenía razón menos mal que no me estaba viendo. 
- ¿Por qué no sales por ahí? Te das una vuelta, y sales de tu casa. 
- No me gusta este sitio.
- Pues es lo que tienen las vacaciones. 
- Bueno, gracias por escucharme. 
- Ya sabes que para eso estoy, pero la próxima vez que me llames que sea porque estás feliz, ¿eh? 
- Sí, si, adiós. 
Colgué y me quedé por lo menos medio minuto allí al sol en el balcón de mi habitación de la infancia, mirando hacia la calle. A lo lejos vi a una persona, la única que se atrevía a recorrer mi calle en mitad de la hora de la siesta y con el calor que estaba haciendo. Mi móvil empezó a sonar. Lo sostenía en mi mano, mirando ese número desconocido. Parece una tontería pero muchas veces si no me suena el número ni me molesto en cogerlo… y esta vez tenía esas dos opciones. Si decidía no cogerlo y dar por asumido que era alguien que se había equivocado nunca habría llegado a conocer al chico que estaba llamando: el único que pasaba por mi calle en ese justo instante. 
Pero opté por la segunda opción y lo cogí. 
- ¿Sí? –dije utilizando mi voz más cursi, pero sin querer. 
- ¿Paco? 
- Esto… creo que no… -dije y me quedé un poco paralizada esperando a que él dijese algo. 
- Puff, menos mal, me habría extrañado mucho si después de darme cuenta de que me he equivocado dices que te llamas Paco. 
No lo pude evitar y solté una carcajada. 
Cuando hablo por teléfono veo, a veces, más detalles que cuando simplemente miro hacia algún sitio, porque siempre me quedo observando cosas en las que normalmente no me fijaría. Me quedé mirando al chaval que hablaba por teléfono. Sonreía. Y cada vez estaba más cerca de mi balcón. 
- Bueno, pues lo siento “Paca”. 
Volví a reír. 
- No me llamo Paca 
- Menos mal, porque es un nombre horrible…-entonces, fue entonces cuando me di cuenta, era él. Estaba hablando por teléfono con el chico que estaba a punto de pasar por delante mía-…horrible. Sonreí. No se había dado cuenta de que chica que estaba en el balcón de la acera de enfrente era yo. El chico empezó a tantear su pantalón en busca de algo. 
- ¿Qué buscas? –le dije 
- La cartera, creo que…, espera, ¿cómo…? 
- Sólo mira hacia el balcón que tienes enfrente. Pero justo después de decirlo me di cuenta de mi error: estaba sin peinar, en chándal y con una pinta muy ridícula, seguro. 
Se paró y me miró. Sonrió. 
- Bonito chándal Me sonrojé, los dos seguíamos sosteniendo los móviles en la mano. 
- Me llamo Aurora. 
- Yo soy Ángel –se paró delante mía, mirando hacia arriba, clavando sus ojos en mi. Solté una risilla. - Esto me parece un poco absurdo, te oigo desde aquí sin el móvil. 
- Lo peor no es eso, lo peor es que he llamado yo. 
Me eché a reír de nuevo. No paraba de mirarme. 
- Me encanta hablar contigo pero me tengo que ir que he quedado. 
- Sí, tus amigos deben de estar esperándote –me aventuré a decir. 
- Mi novia. Me quedé un poco paralizada. 
Me colgó y me dijo adiós con la mano. Definitivamente decepcionada entré en mi cuarto. 

Estaba viendo una de esas absurdas películas de amor en la que los protagonistas se conocen por casualidad (y que en la realidad nunca pueden llegar a ocurrir) cuando volvió a sonar el teléfono. Estaba tan atontada que ni miré quien era. 
- ¿Sí? - ¿Aurora? ¿Te acuerdas de mi? 
Me separé del móvil para mirar quien llamaba, un numero desconocido, pero que ya me era familiar. - Esto…, si, claro… 
- Verás, esto… te parecerá que soy un caradura…o yo que sé… pero ¿te quieres venir conmigo a echar unas cervezas? No hace falta que te cambies, puedes bajar en chandal.