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lunes, noviembre 02, 2015

Autobús

Cuando él se subió al autobus no pude evitar mirarle. Vestía entero de negro y llevaba una gabardina color camel, un clásico moderno, pensé yo. Además llevaba una ridícula perilla perfectamente cuidada. Intenté no mirarlo demasiado aunque lo cierto es que llamaba la atención.

Seguía en mi mundo cuando ella subió. Torpemente se sentó al lado de él. Con una mano sujetaba el móvil y la chaqueta negra de cuero mientras que con la otra guardaba el abono en el bolso. Tiene la tez blanca y los labios pintados de un color rojo casi púrpura.

Él la miró, ella lo miró a el. Sonrieron.

Los observaba curiosa, expectante de que uno de los dos se lanzara a la acción.

Él volvió a mirarla a ella, ella le devolvió la mirada, y la sonrisa.

Tras varias miraditas y sonrisas adolescentes él le contó el chiste. Yo desde mi puesto de observadora, más bien stalker disimulé mi frustración por no haber podido escuchar lo que el chico había dicho para romper el hielo.

- Es un chiste - sonrió él.
- Es terrible... - dijo ella, girándose levemente hacia él.

Empezaron a hablar pero el ruido en el autobús aumento conforme me acercaba a mi parada y me fue imposible oír como seguía la conversación.

Seguían hablando y lanzándose ese tipo de miradas pavas y predecibles cuando pasé por delante en mi camino hacia la puerta, mi parada era Atocha.

Y aquí termina mi historia, es una historia real para la que no tengo final. Había imaginado una final ñoño, ambos de bajan del bus y se besan en uno de esos rincones tan románticos de Madrid...pero entonces sería un final cursi y predecible. No sé que pasó con ellos, si volverán a verse o dejaron ese viaje de autobús como una bonita anécdota de un sábado por la mañana.

Lo que si que es cierto es que al día siguiente, volví a verlo a él. Misma gabardina y misma perilla ridícula, no cabía duda.

Iba con otra.



jueves, mayo 15, 2014

15 de Mayo

Nunca me fijé en ti, antes. Pero sin saber como parece que los astros se alinearon y allí estabas, con tu sonrisa semi-perfecta. Mi particular Chandler, mi Marshall linarense. Me habían hablado tanto de ti, siempre, y siempre tan bien. "Es muy tierno" me decían, "es muy gracioso" me decían también, y jamás prestaba atención. Como no, empezó con un sms. El alcohol ayudó. J.M. llevaba cosa de un mes recordándome que estabas soltero y, que casualidad, yo también. Te dio mi teléfono sin yo saberlo. Tampoco supe hasta mucho después que tú se lo habías pedido. Y un aburrido sábado, cuando estaba a punto de irme a casa me llegó el mensaje que cambiaría todo. Propio de ti, simple y conciso, me preguntabas donde estaba. Aparecí en el pub donde estabas con tus amigos, y de pronto te vi tan guapo,¡y tan indie! Te conocía desde siempre, y no sabía nada de ti.
Nos veíamos poco y mal, a escondidas, tras horas y horas de viaje en bus, nervios y esperas hasta poder vernos.
Y en lo que ahora parece muy poco tiempo, un año después de ese sms, estamos en la playa Barcelona. Está cayendo un diluvio universal, nos reímos por lo absurdo de la situación. No tengo miedo. No tengo miedo de hablar de cosas raras, de música, de historias, de filosofía, de anécdotas extrañas, podemos hablar de cualquier cosa, firmamos un pacto de sinceridad. Encontré trabajo y me mudé a Madrid, y hacíamos malabarismos para vernos, para estar juntos, y para poder vivir nos fuimos a vivir juntos. Cuando nos fuimos de aquel piso en la calle Martínez no pude sentir más que pena: fuimos muy felices allí, y aunque trabajamos a destajo, no nos gustaba el barrio, y la vecina pasaba la aspiradora a horas intempestivas, nosotros nos apretujábamos en el sofá y escuchábamos vinilos mientras hablábamos de todo. O veíamos vídeos de "Alguna Pregunta Mes?". Viajamos a Londres, y aprendiste a amar la ciudad tanto como yo lo hago, y a pesar del frío gélido, y de los agobios de la época, volvimos a querernos como si fuéramos unos tontos adolescentes. Después de eso vendrían más viajes (Oviedo, Gijón, Santander) y en muchos, no importa lo que pasase, porque tu estabas allí, porque con cada minuto descubríamos algo nuevo. Tantas experiencias en festivales y conciertos, emociones. Nos mudamos, no sin dificultades, a nuestro pequeño gran palacio en Chamberí, rodeados de castizos no dejamos de crecer.
Las cosas no siempre van bien, no somos perfectos, pero que aburrido sería ser una pareja perfecta, que poco desafiante y que poco real. Estos cuatro años han realmente existido, aunque a veces parezcan un sueño, y sólo quiero pedir...más.

miércoles, junio 22, 2011

La historia del cumple de Maguie Taylor

Mi cumpleaños fue un desastre, no podía celebrarlo porque trabajaba y además mis amigos estaban dispersos y poco accesibles...y además caí enferma.
El año pasado no es que fuera mucho mejor, me denegaron varias becas justo en esos días, y más que un celebración, ahogué penas. Así que este año decidí no celebrarlo. Ahorrar invitaciones, regalos de compromiso, y festejar que soy más vieja, aunque no mucho más sabia, pero eso sí, mucho mas puteada.

Soy una quejica, pero no ahora no me puedo quejar.

Mi primer regalo de cumpleaños fue un e-book o libro electrónico. Llevaba varios meses valorando cómo ahorrar para comprármelo y dejar de llenar la cada vez más torcida estantería de mi habitación. Un regalazo, caro y útil, gracias al e-book y a los miles de libros que ya están en su memoria leo TODOS los días, costumbre que perdí durante un tiempo y que me pesaba en mi alma de Filóloga. Gracias.

Más regalos llegaron, pero dos destacan por originalidad, esfuerzo y...por hacerme llorar y reír.

Con este primer regalo, lloré...al principio, y luego me reí, porque miré a su creador y dije: "Cabrón, me tienes calada". Se trata de una canción,una cación para mí y sobre mí. Compuesta y cantada por Francis Díaz, conmigo a los coros.

eMe (con eMe) by MaguieTaylor

Este otro regalo tardó en llegar, de hecho llegó como a las 3 de la madrugada...a mi email, eso sí. Y es un vídeo, muy particular y que estuvo a punto de provocar mi atragantamiento...de la risa. Muy, muy gracioso, original de una manera peculiar, y totalmente inesperado. Muchas gracias chicos, os debo una fiesta.
(Atención al detalle del cartón de leche)

lunes, diciembre 27, 2010

Mini-historias de música y lluvia

#5 El Último Caramelo
Me encantan los pequeños rituales y él tenía uno muy particular. Antes de clase pasaba por mi pequeña oficina, en la que hay un grifo de agua para servirse un vaso, y robaba un caramelo. Se pensaba que no me daba cuenta, porque yo estaba de espaldas y siempre me saludaba después de haber cogido el caramelo. El último día de clase organicé mi espacio, recogiendo para las futuras vacaciones, ordenando el caos propio de días de trabajo intenso. Miré el vaso donde el primer día de semestre dejé los caramelos y sólo quedaba uno. Pensé en él instantáneamente, y cuando llegó lo llamé y le di a escondidas el último caramelo.
La última vez que los vi llovía. Eran casi las 5 de la madrugada y estábamos en la puerta de una discoteca. Le di un abrazo a cada uno de ellos mientras contenía las lágrimas emocionada por sus agradecimientos y cariño. Pero no dejaban de mirarme, no querían que me fuera pero prolongar la despedida sólo prolongaba mi tristeza. Los abracé a todos por última vez, uno a uno. El último abrazo fue para aquel estudiante de Harvard algo tímido que siempre cogía un vaso de agua y un caramelo, todos los días. Cuando le deseé suerte y me aparté para irme el sacó de su bolsillo aquel último caramelo.

jueves, noviembre 11, 2010

Mini-historias de música y lluvia

#4
El paraíso de todo amante de la música: una conocida tienda de música en Madrid. Ojeando los vinilos encontró uno de sus discos favoritos. Se volvió para buscarlo con la mirada. Estaba unos metros más allá. Llegó con el disco en la mano, sonriente. Él se giró. Sostenía el mismo álbum. Ambos soltaron una risa nerviosa.
- Me das miedo - dijo.

martes, noviembre 02, 2010

Mini-historias de lluvia y música

#3
Absenta, mucha absenta, demasiada absenta. Y llovía a raudales.
a) Él cantaba Nacho Vegas en mitad de la lluvia, ella sonreía y focalizaba su atención en no resbalarse por el empedrado. Su amiga se acercó y la agarró del brazo cariñosamente. Ella se giró para mirarlo. El sonrió.
Ahora la lluvia resonaba en los cristales de la habitación, ella se sentó en la cama. El entendió a la perfección que la noche no acabaría como esperaba. La abrazó susurrando palabras que no podría recordar al día siguiente.
b) Ella disfrutaba de la lluvia en la cara, se acercó a su amiga y la agarró del brazo cariñosamente. Le susurró que le gustaba mucho su amigo.
Decidieron dar una vuelta, anduvieron hasta donde terminaban todos los caminos bajo un torrencial que anunciaba un resfriado. Volvieron hasta su portal, el le agarró la cara para besarla y ella no pudo apartarse. Subieron al piso, y ella le dejó su pijama, y una manta para abrigarse en el incómodo sofá.
http://www.youtube.com/watch?v=fUuv6WGtbbU

martes, octubre 26, 2010

Mini-historias de lluvia y música

#2
Caminaba sola hacia casa. Las luces del viejo barrio, el silencio de la noche de un lunes horrible. Pero de pronto, una canción en su cabeza. Todo y nada encaja al mismo tiempo:

"Ella duerme tras el vendaval.

No se quitó la ropa.

Sueña con despertar

en otro tiempo y en otra ciudad.

Dejarse llevar suena demasiado bien.

Jugar al azar,

nunca saber dónde puedes terminar...

o empezar"

Sonríe por primera vez en todo el día.

lunes, octubre 18, 2010

Mini-historias de lluvia y música |1

#1
She: slowly focuses on that sign. It was drizzling, suddenly pouring. She covers up the camera with one of her hands to a void the first drops of autumn.
He: Puts up the umbrella. He does not look at the future photo, but instead, he stares at her.
- You're gonna get wet -he says
Just one clic.
- It's worth it -she answers coming close to him, under her new umbrella. She looks up to his face and smiles subtly. He kisses her.