martes, noviembre 18, 2014

El león no es tan fiero como lo pintan

El león no es tan feo como el "lo pintan". O algo así dice el chiste -bastante malo por cierto- inspirado en el refrán. Pero la realidad ahora no es tan bonita o maravillosa como nos hacen creer. 

En el mundo actual nos empeñamos en mostrar siempre lo que creemos es nuestra mejor cara, pero no hacemos más que engañar a los demás; y peor aún, engañarnos a nosotros mismos. 
Mostramos sólo una máscara a los que nos rodean, y las redes sociales,  y especialmente Facebook, se ocupan de “mimetizarnos" con esa máscara, de manera que no seamos capaces de distinguir la realidad de como somos, de la farsa de lo que aparentamos ser. 

Al ponernos esta máscara y creernos que esa es nuestra verdad nos creemos con derecho a mirar por encima del hombro a todo aquel o aquella que se muestra como es (También los hay, no abundan), a creemos superiores sin razón alguna. Lo cual parecer ser, por desgracia, el hype actual: o te crees ser mejor que alguien, o aparentas creerte mejor. Y por ente tratar al resto del mundo como súbditos que no merecen tu respeto. Quizás mis palabras os suenen exageradas, pero seguro que si os paráis a pensar encontraréis alguien así a vuestro alrededor. 

Puedo decir que NO tengo fotos de las mejores fiestas, o de mis mejores momentos. Las redes sociales, crean una realidad alternativa, totalmente distinta a la realidad. No mejorada, no, me habéis leído bien. Totalmente distinta. En esa realidad todo aquel que no muestra lo bien que se lo pasa demuestra no ser tan popular, o “cool”. Si estas posando para una foto hay algo que te estas perdiendo. Y digo esto siendo una persona a la que le encantan las fotos y que continuamente sube fotos a Facebook, Instagram, Twitter o todo a la vez. Pero no penséis que soy una hipócrita por decir esto. Soy consciente de lo que me pierdo (parte de una conversación o parte de una canción, o de simplemente vivir un poco el momento) al tomar la foto o al aparecer en ella. Tampoco me entendáis mal. Como he dicho antes me gustan las fotos, pero no el postureo.

Os pondré un ejemplo práctico. Hace un tiempo, un sábado cualquiera con los amigos. Bebiendo y escuchando música. No fue una noche mala, aunque tampoco especialmente legendaria. Al levantarme y coger el móvil descubrí unas cuantas fotos de la noche en las que, para mi sorpresa, parecía que todo el mundo había pasado “the time of their lives”, o una gran noche. Era todo mentira, porque se veía que al posar para hacer la foto todo el mundo había dejado de hacer lo que estaba haciendo (normalmente, hablar con tus colegas) para posar “como si no hubiera un mañana”. Me impactó profundamente ver esas fotos, me dio mucho que pensar. Y además, ¡yo no salía en ninguna de esas fotos!

El problema viene cuando esa máscara cae, cuando descubres al lobo disfrazado de abuela, o cuando descubres (seamos sinceros, para tu alivio y satisfacción personal) que las vidas de los demás son tan aburridas o decepcionantes como la tuya, quizás incluso más, lo cual explicaría el porqué de sus máscaras. Olvidad que he utilizado la palabra “problema”, no es un problema el hecho de que la máscara caiga y descubra como verdaderamente somos y no como creemos, o queremos ser. Es la verdadera solución, el hecho de que como humanos erramos, y aunque no queramos acabamos mostrándonos como verdaderamente somos.

lunes, septiembre 08, 2014

Libreta de viajes



Todo empezó en 2010, se me ocurrió comprar una libreta de Muji en uno de mis viajes a Madrid (por aquel entonces yo vivía en Granada). Hablamos de 2009-2010. Siempre me han encantado los productos de esta marca por la simplicidad de su diseño y la compré sin un propósito específico.
De adolescente, he de admitirlo, tenía un diario. De estos típicos con la llave falsa (se podían abrir con una horquilla), y algo ya más mayorcita, en mis años de universitaria tuve otro diario. Esta vez en el ordenador. Como forma de desahogo que no implicase horas de monólogo con los amigos (entonces los blogs no eran tan famosos), o esa es mi excusa. Y con el desarrollo de las nuevas tecnologías pude hasta ponerle contraseña a aquel penoso archivo con pensamientos aleatorios en inglés y español...tan buena era la contraseña que soy incapaz de recordarla. Con el paso del tiempo la olvidé y acabé borrando el archivo que contenía todos esos pensamientos.

Pero sí que me di cuenta de algo, necesitaba seguir escribiendo. Aunque fuera en otro formato. Y sobretodo era cuando viajaba cuando más sentía esa necesidad de volcar cierta información. Así que cuando en mayo del 2010 me fui de viaje a Irlanda con Blanca, Rocío y Sandra se me ocurrió utilizar la libreta para tomar notas sobre el viaje, y escribir cualquier cosa que necesitase. Así empezó la idea: unas cuentas notas sobre como llegar del aeropuerto de Dublín a el albergue, los sitios más relevantes de Dublín y alguna nota más.
Foto de la página 4. Sitios que quería visitar en Dublín.  Entre toda esa información hay una nota a la derecha en la que pone "Dios inventó al alcohol para que los irlandeses no dominaran el mundo"




Pero empezé a escribir. Comenzó siendo una buena idea para poder recordar todo lo que hicimos en ese viaje de una semana, con un poco más de detalle, y al principio como un poco de desahogo. Pero cada vez la fui orientando más a los viajes. A mi llegada a casa pegaba los tickets y facturas de lo que había comprado, y de los medios de transporte, de manera que si volvía al sitio fuera más sencillo moverse y no cometer errores de turista novato (algo, que personalmente odio, parecer turista y encima un turista "novato"). Aún así, la libreta mantuvo su matiz personal, ya que no sólo pegaba tickets o mapas, sino que describía con detalle donde iba, como o lo que me había parecido el sitio en cuestión.

"...ha merecido la pena" Tickets de la visita a Sintra. Viaje a Lisboa 2011
La libreta, en un principio fina y elegante acabó hinchada, llena de experiencias, y atada por una goma del pelo. No podía permanecer cerrada con tanta información.

Y con las mismas ganas con las que escribí esta primera libreta estos días termino la segunda, tras mi viaje a Berlín. Otra libreta Muji terminada, atada con otra goma del pelo, con tickets, anécdotas, mapas, y mucha información dentro. Incluye los grupos que he visto en los festivales a los que he ido, un árbol genealógico tras la visita a el pueblo de mis abuelos, una postal robada de una cafetería en Camden (Londres) o la entrada a la reproducción de la cueva de Altamira.


Low Cost 2012
 
Santillana del Mar y las cuevas de Altamira
Y por supuesto habrá una tercera, quizá no tan personal, o quizá no tenga tantos tickets, pero llena de viajes.



martes, julio 08, 2014

Baby's in Black




"-Vamos escupe, ¿qué te pasa?
- Estoy un poco depre.
- ¿Y eso?
- No lo sé, ¿tiene que haber una razón?"

¿Necesitamos una razón par razón para estar tristes? ¿Podemos estar tristes un día (o dos, o los que sean) sin una razón concreta? Y lo que es más importante, bajo mi punto de vista, ¿está bien estar mal?
Creo que tenemos un concepto equivocado de la felicidad, pero también de la tristeza. Como bien dice mi querido Iván (Ferreiro) "tengo mi trsiteza siempre ahí, escondida, poniéndose guapa" y todos tenemos momentos de melancolía, tristeza o frustación, inevitables en nuestro día a día. El problema es que siempre llega alguien y te dice: "¡Venga anímate!" y no es tan sencillo. Quizás yo no quiero animarme ahora mismo, quizás no puedo hacerlo -de una forma sencilla-

Yo defiendo, y tachadme de pesimista o de lo que queraís, el derecho a estar triste, a sentirte mal.
No me malinterpretéis, no soy emo, y hay espacio y tiempo para todo. Dicho esto, soy muy fan de los "motivators". Memes motivadores, frases motivadoras, refrases, citas... Sabéis que me encanta Mr.Wonderful y sus produtos buen rolleros PERO también me gusta estar triste de vez en cuando, sin razón aparente, y no animarme y escuchar canciones de Iván (como Me Toca Tirar), Travis (y no me refiero a Flowers in the Window), My Bloody Valentine, McEnroe o alguna de Neuman.

Así que melancólicos del mundo, unios a mí, y defendamos nuestro derecho a estar mal, a escuchar música triste a todo trapo en el metro (¡con los cascos puestos, por favor!), a decirle a todo aquel que te diga "Anímate" un sonoro: "No me da la gana" y cuando nos pregunten qué nos pasa, poder contestar un "no los sé" y seguir la conversación como si no pasara nada.